Por Andrea.
Ayer a las 15-45 de la tarde salí del trabajo para ir a recoger a mis niños. Tengo una regla sagrada que está por encima de agendas, reuniones, clases, compras, limpieza y demás tareas posibles: Ir a recoger a mis dos polluelos al cole.
Así que cogí mi coche-oficina-almacén-taxi-guardería-carro del supermercado, me senté frente al volante, sentí el crujir de algo bajo mis pies (¿por qué siempre cruje la alfombra del coche?) y me dispuse a experimentar la situación de permanecer sentada más de cinco minutos: Auuuuuuummmmm. Puse la llave de contacto, arranqué, salí disparada del parking y me dirigí al cinturón de ronda para encontrarme con el adorable embotellamiento que me permite atender las llamadas de trabajo de la tarde sin el audio de niños gritando. Parecerá una locura pero necesito estos retales de tiempo para poder encajar todas mis obligaciones diarias.
Ante mi asombro no se produjo llamada alguna lo que me permitió hacer algo insólito: Reflexionar. Reflexionar sobre la vida de todas las madres como yo.
En aquel preciso momento empezaron a sonar una tras otra, las llamadas que había estado esperando. No podía contestar con los niños hablando por los codos y si no arrancaba el coche llegaríamos tarde a las clases.
Me temo que la respuesta correcta es la segunda pero también que posiblemente acabe optando por la más práctica que es sin duda, la primera. ¿Qué hacéis vosotras en situaciones como ésta? That’s the question.
En sus poquísimos momentos libres escribe estos pequeños artículos para compartirlos con todas las madres y padres en su misma situación, debatirlos, y ayudarse unos a otros con sus experiencias y diferentes puntos de vista.
Difícil respuesta! Yo soy abuela y canguro de dos encantos de 3 y 5 años. Sus exigentes progenitores educan a los niños con la misma idea de fomentar su independencia y auto realización, por tanto entiendo a esta mamá cohete y debo decir, que las abuelas cohete también existimos! A veces me pongo un poco nerviosa cuando intentan hacer las cosas solos; hay que alentarlos en su intento, pero no actuar, no hacerlo nosotras por ellos aunque un impulso natural difícil de controlar nos obligue a contenernos. Mi solución: empezar a hacer las cosas una hora antes. Así puedo tomármelo con la calma necesaria. Y vale la pena. Mis nietos son cada vez más espabilados y les hace muy felices ponerse los pantalones en la cabeza y los zapatos al revés. Acción, error, corrección. A la décima va la vencida. Y al final aprendemos todos: ellos a vestirse y yo a ejercer mi paciencia.
Gracias por este espacio que nos permite compartir experiéncias a mamás, papás, abuelas y abuelos cohete.
¡Hola abuela cohete!
Tienes toda la razón. El término mamá cohete lo utilizamos más como un genérico para referirnos a los adultos que tienen que compaginar sus ajetreadas vidas con el cuidar y educar a los más pequeños. Independientemente del sexo o edad del adulto siempre es una tarea muy difícil. Por ello, hemos lanzado la serie de reflexiones y discusiones de mamá cohete, que se basan en la experiencia de Andrea (co-fundadora de Little champions). Andrea, está en constante aprendizaje y contacto con expertos en autonomía y por ello presenta sus observaciones en un apartado más en el blog. Nos alegra que hayas disfrutado de este espacio y te damos muchas gracias por tus consejos. ¡Qué suerte tienen de tener una abuela como tú que pone tanto empeño en su educación…. y ejercita su paciencia 😉 !
También puedes participar compartiendo tus experiencias en nuestra página y grupo de Facebook. ¡Queremos oír de más abuelas y abuelos cohetes que, como tu, son una parte integral de la educación de los niños y niñas!
Recibe un fuerte abrazo y mucho ánimo,
el Equipo Little champions.